A lo largo de estos posts, iremos desarrollando nuestro proyecto y dando a conocer con más profundidad nuestras ideas. La transparencia es lo primero y muchas ramas del satanismo antiguo y también moderno parecen disfrutar manteniendo en secreto sus creencias y actividades.
Es cierto que nos han arrastrado a la obligación de vivir en la clandestinidad aquellos que, en nombre de la religión y de la verdad, se servían del brazo político de la sociedad civil para exterminar a los disidentes, a los que pensaban diferente, a los que se permitían dar alas al pensamiento y cuestionar lo comúnmente aceptado.
Esconderte marcaba la diferencia entre vivir o morir. Entre esos mártires de las pretendidas religiones verdaderas y sus aliados civiles que, muchas veces, las apoyaban no porque considerasen verdaderas sus creencias sino porque les venía muy bien a sus intereses particulares, están muchos hermanos y hermanas practicantes de los saberes tradicionales y naturalistas, brujos y brujas, partidarios de la libertad del ser humano, de una sexualidad solo determinada por la voluntad personal, y, por supuesto, los librepensadores de cualquier tiempo.
Satanistas ha habido en todas las épocas, unos por su fe en un dios de signo opuesto y otros por sus convicciones antirreligiosas y antidogmáticas. Para unos, Satán interpretado como un dios malvado en el sentido de recrearse en el daño y el dolor infligido a los demás; para otros, malvado en el sentido de simplemente desobediente a los mandatos del dios supuestamente bueno pero que, en realidad, es el malo; y, para unos pocos, un dios menor visto como el nuevo Prometeo que liberaba a los hombres del yugo de un dios perverso que pasa por bueno pero tiene a los hombres sometidos.
Ni más ni menos que lo que una simpática serpiente del paraíso les reveló a un tal Adán y a una tal Eva: Dios no quiere que seáis como él… Una cosa no se puede negar: el satanismo tradicional toma su relato y hasta su estética del judaísmo y, sobre todo, del cristianismo.
Ya lo decía el gran Alan Moore, figura británica interesantísima, escritor y guionista de cómics: Hasta cierto punto, el satanismo es puramente una especie de enfermedad del cristianismo. Tienes que ser en realidad cristiano para creer en Satanás. Y ahí es donde está el problema.
El Satanismo, sobre todo el que nosotros defendemos, el ateísta, solo se sirve de Satán y de su historieta como un símbolo de rebelión contra lo establecido y como un símbolo de la libertad del ser humano frente a toda tiranía.
El relato de su rebelión estará tomado de lo que cuentan esas religiones (judía o cristiana), pero lo que importa es el contenido, ya defendido antes por brujas y otros disidentes. Muchos satanistas le hacen el juego a los cristianos pintando a Satán como un ser rojo, con cuernos y rabo, tridente y señor del infierno.
Y por supuesto, como el enemigo de Dios que se recrea en la maldad. Pero nuestro Satán no es enemigo de nadie (si acaso es amigo del hombre) porque, sencillamente, ni él existe ni su adversario divino, llámese Dios, Yahvé o como sea. Para nosotros lo único que existe es el hombre, junto con el resto de seres vivos de este planeta y de los otros planetas que puedan estar habitados.
El hombre en medio de un inmenso cosmos formado de materia y energía que se alternan en un proceso continuo, según nos cuenta la ciencia en su estado actual de conocimiento. Y, como no sabemos qué quedará de nosotros una vez muertos, preferimos dedicar todas nuestras energías a vivir intensamente esta vida y a luchar por causas importantes. ¡Se acabó el esconderse!
H. Mikael